miércoles, 16 de febrero de 2011

Una diputación agonizante

Leo y escucho los sonidos del Palacio con atención y aburrimiento. Reconoceréis,  que el aburrimiento es lógico. Si no contamos los viajes, pompas y saraos que son anunciados a diario por la todopoderosa  presidenta, y nos centramos en las cuestiones de interés provincial, la vaca da poca leche, la verdad. La Diputación Provincial debería ser el Ayuntamiento de los Ayuntamientos. La institución en la que se estudiara, programara, y coordinara la realidad local de la provincia de León. El motor de planificación de las estrategias y acciones para su desarrollo, y de garantía de  los servicios esenciales a toda la población; el lugar de encuentro de los municipios, entre sí y con las otras administraciones, desde el que informar o ejecutar acciones en interés de Léon. Pues bien: Recordad una sola iniciativa innovadora que haya fructificado en los dos últimos años. Recuperad, si podéis, alguna propuesta en positivo de los grupos de oposición o pacto. Si sois pacientes y perseverantes encontrareis noticias sobre oposiciones sospechosas. Veréis informaciones sobre las millonarias inversiones de San Isidro que ahora están en entredicho –otro gran plan en la picota-. Oiréis rumores sobre crisis en las filas del equipo de Gobierno, o sobre puñales largos en uno y otro grupo. Verificareis, sin esfuerzo, las luchas caninitas por la obtención de puestos y prebendas. Y poco más. Sobre el futuro de esta provincia, para cuyo gobierno han sido elegidos, no hay noticias. La presidenta, en un derroche de innovación, habla del turismo como la gran esperanza leonesa y derrocha despotismo y prepotencia. Un diputado con aspiraciones presidenciales nos habla desde hace años de San Glorio, al que llama la garantía del futuro de León –no nos dice en qué plazos,  con qué dineros, quien los va a poner o gestionar,  ni nos convence sobre la viabilidad y rentabilidad real  de un proyecto que se espera como agua de mayo-. De los chicos y chicas socialistas no hay muchas noticias. Algunos días nos sorprenden con algún acuerdo sobre parto y reparto de algún fondo. Sólo es más de lo mismo: repartir alícuotamente miserias, pequeños granos de pan para una provincia que está hambrienta y que no acaba de encontrar el camino que garantice su desarrollo sostenible y de calidad. La Diputación agoniza y, entre tanto, León no despierta.

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