miércoles, 16 de febrero de 2011

Crédito y credibilidad


Estamos sin crédito. Esta crisis que pareció financiera y es de fondo nos deja sin empleo, sin esperanza y sin crédito. Los especuladores financieros responsables del crack han cortado el grifo y nos han dejado sin crédito. Las familias y las empresas se ahogan en una espiral de deudas, reducción de ingresos y aumento de sus cargas y gastos. La economía nacional se hunde, ahogada por un déficit que nos obligan a reducir. Y para afrontar toda esa situación, para emprender proyectos y cumplir honorablemente las obligaciones asumidas, nos dejan sin crédito.
En lógica correspondencia nosotros hemos retirado nuestra confianza,  nuestro crédito o credibilidad, a quienes debieran gobernar el barco y dirigirle a aguas más tranquilas. Cuando  la crisis griega llega a España; cuando el capitán del barco de las ilusiones se ve obligado a cambiar de rumbo, reconociendo con ello de forma implícita su engaño, que fue el nuestro; cuando nuestros sueños de reforma social se han convertido en palabras gastadas al ver, de nuevo y como siempre en este País, que nos presentan un plan de estabilización consistente en apretar el cinturón de los de siempre, de los más débiles, de los trabajadores, pensionistas y funcionarios; cuando los buitres del “cuanto peor mejor” sonríen desde el tejado; ahora  no pueden pedirnos que les demos crédito.  Nosotros, que no lo tenemos no podemos dárselo ya.
Recibimos las noticias sobre reducción de salarios y pensiones y drástico recorte de los gastos sociales, temiéndonos que finalmente provoquen un nuevo aumento del paro y el retraso en la recuperación y que solo servirán  "para contentar a los mercados, que dentro de unos días dirán que es insuficiente". Somos escépticos porque los que tan dolorosamente nos aprietan el cinturón no han sido capaces ni siquiera de ponérselo a los especuladores y carecen de alternativas o propuestas que aclaren a qué se va a dedicar este país la próxima década. Lo peor es que ni lo saben ellos, ni los que esperan sacar rédito de su fracaso.
Hoy, cuando las crónicas y editoriales confirman que Zapatero ha matado a ZP, obligándole finalmente a  abandonar el mantra del gasto social, nos queda la vida y la alegría de vivirla, aunque no tengamos crédito ni estemos ya dispuestos a concedérselo ni a estas medidas ni a quienes las han aprobado.

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