Coherencia. Así se llama la virtud de la que hoy quiero hablar. Se escribe con H intercalada. Con H, igual que el nombre de Humildad Rodríguez, la ex concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de León, recientemente dimitida de su cargo dando una hermosa lección de ella –de coherencia– que la define en lo personal, y la engrandece políticamente, situándola un peldaño por encima de la norma habitual en este páramo leonés nuestro. No voy a entrar en el motivo de fondo. Podremos hablar otro día de la privatización del agua de León, o de la necesidad y conveniencia de privatizar este servicio público. En esto, como en tantas otras cosas, no soy nada maximalista. Necesitaría datos que no tengo, porque el asunto es, sin duda, complejo y delicado. Pero quiero destacar la coherencia de Humildad, al poner en el primer lugar de sus prioridades su compromiso con la gente. Su coherencia sosteniendo, por encima incluso de sus intereses particulares, que cuando alguien se presenta a las elecciones defendiendo un programa de gobierno, está firmando un contrato con los ciudadanos, que debe ser de obligado cumplimiento si gana las elecciones. Exigiendo al alcalde que respetara esos compromisos electorales. Sintiendo que esos compromisos serían traicionados, si el agua se privatizaba. Dimitiendo y no aceptando seguir en un cargo que suponía traicionar esos compromisos, o en un equipo de gobierno que pretende actuar en sentido contrario. Y finalmente su coherencia al defender la honradez y eficacia de su gestión, puesta en cuestión por los que, sabiendo que van a incumplir sus compromisos, prefieren mantenerse en el poder, que no se hable de sus falsas promesas y que se desvíe la atención ciudadana de sus burdas componendas. Los mismos que prefieren las injurias sibilinas a los debates públicos, abiertos y responsables; y la politiquería a la coherencia. Pues yo, que prefiero la segunda, te agradezco lo que has hecho, Humildad. Pero también desearía que tu gesto sirviera para algo, y que aquellos que lo han provocado no consiguieran, como siempre, que tú y tanta gente válida y coherente se vea abocada a la inactividad política, mientras la mediocridad y el chalaneo maniobran a sus anchas. Así nos va.
Miguel Hidalgo es secretario general de Civiqus
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