Aquella mañana habíamos quedado varios amigos. Nuestra intención era mantener una charla distendida, desinteresada y profunda sobre la actualidad leonesa. Quedamos en “El Victoria”. El lugar no era el más adecuado para charlar, pero ofrecía la posibilidad de acercarnos a los ambientes en que la gente con poder –diputados, alcaldes, parlamentarios…-se mueve por las mañanas. Mis expectativas no fueron defraudadas. Al poco tiempo de llegar entró por la puerta un afamadísimo diputado, con bastón de mando en plaza. Se entretuvo lo justo en saludar a otras autoridades que por allí andaban y en enviar alguna sonrisa forzada. En poco más de un minuto se dirigió a la barra. Saludó a dos señoras, y salió con ellas hacia la Calle Ancha. Una de las señoras se despidió, y el Diputado continuó camino en compañía de la otra.
Cuando pasaron delante de nosotros ambos nos habían saludado, así que yo, que no recordaba quien era la señora, pregunté a mis contertulios. Mi curiosidad fue rápidamente satisfecha: “Hombre, Hidalgo, no me digas que no conoces a la quiromántica de cabecera de muchos políticos leoneses. Esta Señora ejerció durante mucho tiempo de consejera áulica de un famoso alcalde capitalino, y aún hoy es regularmente consultada por muchos prohombres públicos”. Tras reconocer mi ignorancia, me mostré sorprendido y, casi con timidez, pregunté si la señora era vidente. Mi interlocutor se rió abiertamente mientras me decía que no, que simplemente echaba las cartas o los naipes.
La tertulia continuó. Continuaron nuestras expresiones sinceras de pesar y sentimiento por la situación de León y de sus gentes. Después, cuando regresaba a casa, recordé el incidente, y pensé que quizás habíamos perdido la mañana buscando las causas de que León no encuentre el camino adecuado. ¿Cómo puede encontrarlo si quienes deberían dirigirle en la dirección correcta, buscan consejo y ayuda en los echadores de cartas?
En fin, amigos, que así nos va. Pero no quiero despediros hoy, en esta semana en que nos ha dejado uno de los mejores, sin un recuerdo para él. Viajero, político y poeta del `pueblo, Labordeta también se hubiera reído con la quiromántica y el Diputado. Aunque él, seguro, os lo habría contado de una forma más poética y divertida que la mía. Descanse en paz. Le recordaremos siempre.
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