El mundo inmenso: un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia de los hombres: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.
El fruto de tu constante meditación: La nada….
Sabios y bellos versos. ¿No os parece? Son de Omar Ibn Ibrahim El Khayyám, un ser único y especial, el más sabio de su época. Nadie como él ha sabido plasmar sobre el papel la relación de la consciencia divina y el verdadero espíritu que se encuentra detrás de cada trago de presente. De ese presente que, para él, nada representa mejor que un buen vino. Durante toda su vida buscó la verdad en la ciencia, la filosofía y los placeres de la vida y el fruto de esta búsqueda queda reflejado en ese sublime cuarteto que, por haberme conmovido en lo más hondo, hoy quiero compartir con vosotros.
Utiliza el vino como transporte entre una realidad mantenida por una mente entrenada y un cuerpo que sabe directamente que todo, casi siempre, está al revés. Lo hace de forma sublime, logrando infundir en el lector una duda que por sí misma se resuelve de puro sencilla.
El sabe que nada nace y nada muere, que simplemente uno es todo y todo es uno, y lo realmente importante es darse cuenta que simplemente somos aquí y ahora.
Le descubrí por mi amigo Luis Carlos, un día que íbamos camino de las bodegas de Viña Tondonia. Desde entonces me acuerdo de él y sus poemas cada vez que entro en una bodega. Caminando por los innumerables pasillos tapizados de barricas, uno se impregna del enorme contenido que desprende ese enigmático silencio, que dice sin decir, evocando tiempos pasados de noble y arduo trabajo que dieron como fruto la consecución de este gran vino del que alguien gozará y disfrutará. Siempre en presente.
Es tiempo de fiestas; y la fiesta y el vino siempre se relacionan y entremezclan hasta ser la misma cosa. Yo empecé la fiesta ayer, gozando el gran concierto del gran Sabina, también poeta y también sabio. Por eso hoy sólo quiero desearos con Omar, mi amigo Poeta al que os animo a conocer mejor, que toméis el cántaro del vino y que bebáis y disfrutéis de las fiesta y las calles; que lo hagáis en paz y con alegría, escuchando sin inquietud el gran silencio del Cosmos, pues el vino y la fiesta, al brindaros calor, os liberarán de las nieves del pasado y de las brumas del porvenir; y al inundaros de luz romperán vuestras cadenas de galeote. Que siga la fiesta.
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