Inspirado por mi amigo Toni y sus vespertinos “asuntos propios”, pienso en la aburrida crisis, con sus cansinos e incomprensibles índices y otros brotes verdes con los que nos ayudan a olvidarnos de que hayamos “firmado el finiquito después de habernos roto las manos abriéndonos el camino”. Veo- con muchísima alegría, a pesar del catastrofismo de los de siempre- la foto de Haidar regresando al Sáhara; o la de Berlusconi saliendo de la clínica tras la pedrada. Oigo los bochornosos ecos de las descontroladas basuras provinciales; o de los centros de tratamiento llenos por incompetencia. Confirmo los peores temores para nuestra montaña, en peligro de extinción definitiva con la tensionante e inaceptable línea que quieren endilgarnos a cambio de nada. Me ruborizo con el patinaje tranviario del alcalde de la capi; o con el despilfarro de dinero en obras, cánones o zarandajas innecesarias o impertinentes. Me indigno con la habitual y opaca venta de servicios públicos, o con la cotidiana desidia que nos rodea. Escucho a nuestros grandes próceres, en la Cumbre de la C – C de Clima o de Catástrofe, según se mire-. Llenan sus bocas de grandes palabras con las que esconden sus incompetencias y contradicciones. A pié de calle siento crispación y desánimo. Quizás porque, entre la nieve, con las cosas que por ella se oyen o se ven, a mí, como a Toni, me espanta ver tanto caos, pero también tanto egocentrismo inútil que nos impide “gozar los días blancos”.
En fin que no sé qué deciros. Con tantos temas, resulta difícil elegir qué o a quien criticar, qué o de quien hablar. Con tantos temas, se me hace duro reconocer que esta semana la frase que me ha parecido más acertada la ha pronunciado Hugo Chávez: “Si el clima fuera un banco ya lo habrían salvado”.
Por todo eso pienso- y siento- que, más que tener una opinión para cada cosa, hay que mantener una actitud para todo. Amigos y amigas: No lo dudéis, el silencio es dinamita. Vuestra obligación- la nuestra- es hacer el suficiente ruido para que no tengan más remedio que escucharnos.
Así que el próximo año seguiremos hablando, escribiendo y resistiendo. Porque no estamos ciegos, sordos ni mudos; y porque, aunque no somos invencibles, estamos en la Tierra, en León y en España, y eso, no lo dudéis, es casi lo mismo. Feliz Navidad.
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