miércoles, 16 de febrero de 2011

Memoria contra el hambre

Zapatero presidía la reunión del grupo que, con ánimo de evaluar e impulsar el programa de los Objetivos de Desarrollo del Milenio,  fue formalizado por Naciones Unidas (ONU) con ánimo de evaluar e impulsar el programa de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Junto a él estaría Paul Kagame, presidente de Ruanda. Se cumplen ahora cinco mil días de las terribles matanzas en el este del entonces Zaire, con millones de muertos (nueve misioneros y cooperantes españoles). En la Audiencia Nacional de Madrid hay una causa abierta de crímenes de lesa humanidad donde Kagame aparece comprometido. La posible foto de ambos mandatarios –que finalmente no se produjo-  ocupó a todos los medios. Pero al hacerlo alguien consiguió desviar completamente nuestra atención del objetivo real de la reunión. Durante la misma, se cumplirían también cinco mil días desde  la declaración de los jefes de Estado de 185 países en una reunión histórica celebrada en la sede de la FAO en Roma:  «…prometemos consagrar nuestra voluntad política a conseguir la seguridad alimentaria para todos y a realizar un esfuerzo constante para erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015”.
No podíamos aceptar cambiar de milenio con el lastre de 845 millones de seres humanos con desnutrición. Cinco mil días después, cada nuevo día mueren unas 24.000 personas por causas relacionadas con el hambre. Cinco mil días después «la voluntad política y el esfuerzo constante» nos han llevado a una cifra mucho mayor, mucho peor: un total de 1.020 millones de personas sin acceso suficiente al alimento, sin acceso a los medios elementales para producirlos o produciendo comida que el mercado le paga a precios que… no les permite comprar suficientes alimentos.
Ese fracaso es de todos, pero fue tapado por tertulianos y medios con la no foto de Zapatero, impidiendo así un análisis crítico por la opinión pública de la influencia que en ese fracaso tienen las políticas neoliberales que, en materia de desarrollo agrícola, impulsan la Organización Mundial del Comercio o el Banco Mundial. A mí el dato me pareció espeluznante;  por eso y para que la memoria nos ayude a exigir soluciones reales,   hoy lo he recordado.

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