Como consecuencia de la crisis financiera los gobiernos europeos se han endeudado hasta las cejas. Los agujeros son de consideración y de enormes dimensiones en países como Grecia o España. Nuestro Gobierno tiene un fenomenal desafío fiscal a medio y largo plazo, y lo mismo vale para las Comunidades Autónomas. Pero cuando enfocamos la realidad local –la de los Ayuntamientos y Diputaciones- no hay plazos largos o medios que valgan. Los problemas ya están ahí. Las haciendas locales están en la bancarrota.
En la construcción del Estado Autonómico la financiación local no ha sido adecuadamente resuelta y es habitual que nuestros Ayuntamientos presten servicios para los que no han recibido los correspondientes recursos financieros. Ello ha generado durante años la acumulación de déficit y una excesiva dependencia de los ingresos del ladrillo.
Pero también hay otras causas del fenomenal agujero de las haciendas locales: El derroche irresponsable; la mala gestión de los recursos disponibles; el populismo fiestero y dilapidador; la desbocada afición a llenar la administración de las instituciones de empleados afines a quien gobierna.
La solución a las causas estructurales es urgente: Hace falta ya un pacto financiero entre el Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos que garantice a éstos suficientes recursos para la atención de los servicios esenciales que están prestando. Pero es más urgente aún el cambio de aptitud de los Alcaldes y Concejales y también de los ciudadanos que les elijen.
Atajar el déficit malvendiendo bienes o servicios públicos no solucionará nada. Esa opción, elegida aquí, por ejemplo, por el Ayuntamiento de León y algunos otros de su entorno, será pan para hoy y hambre para mañana.
Derroche o mesura. Ineficacia o eficiencia. Populismo o priorización de necesidades. Clientelismo o mérito y capacidad. Estas son las opciones de los gobernantes locales y de los ciudadanos que les eligen. Nos jugamos el colapso municipal y la prestación de servicios básicos y esenciales en nuestros pueblos y ciudades. Como siempre, de nosotros depende optar sin miedo ni demagogia, con realismo, responsabilidad, serenidad y atrevimiento, porque solo así seremos capaces de encontrar y elegir las soluciones adecuadas, de las que hablaremos otro día.
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