Hemos recibido con alegría y esperanza las noticias sobre el acuerdo entre FEVE y el Ayuntamiento de León para la integración de FEVE en la ciudad y para la participación de la empresa pública en el proyecto de tranvía de León. Lo hemos dicho alto y claro desde hace años: La integración de FEVE, su conversión en un Tren que se convierta en tranvía en la zona urbana y se prolongue como tal dentro de la ciudad con las líneas que ésta necesite, es la mejor alternativa para la integración de los ciudadanos del norte del área metropolitana, el desarrollo urbanístico de esa zona, la mejora de la movilidad y el transporte seguro entre el norte de la ciudad y el centro de ésta.
Tal es la alegría que podemos considerar ya como meras anécdotas los cuatro años perdidos, los dineros malgastados, o la guerra con FEVE. Podemos olvidarnos de los caprichos faraónicos del tranvía en ancho internacional en el que algunos se empeñaron, aunque ahora quieran ocultarlo. Pero ello requiere que, tras la foto con Pepe Blanco, continuemos haciendo los deberes.
El tren-tranvía coloca a FEVE como un nuevo operador en el transporte urbano del área metropolitana; abre la posibilidad de que todo el Norte de León entre en la ciudad de forma rápida y sostenible; y permitirá rebajar la factura del transporte, no sólo del Ayuntamiento de León, si su implantación se aprovecha para reajustar las líneas y concesiones de transporte urbano actualmente existentes. Este es el reto: Tranvía urbano desde San Feliz hasta León, hasta hospitales, hasta la universidad y por toda la ciudad, si se quiere; pero con reajuste simultáneo de líneas de autobús en las zonas que queden cubiertas por el nuevo servicio; y con coordinación de todos los medios de transporte. Sería sin duda un proyecto transformador, sostenible, generador de empleo, barato y eficiente, si consideramos el gasto actual en transporte por autobús.
Ayuntamientos, FEVE, Junta de Castilla y León; todos tienen el deber de aprovechar esta oportunidad. De intentar, por una vez, hacer área metropolitana al servicio de la gente. De considerar los recursos públicos como un instrumento para la satisfacción de necesidades públicas, y no sólo un medio de proyección política o personal. Si hacen los deberes, estarán haciendo más ciudad. Si no los hacen sólo se habrán hecho una foto más.
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