miércoles, 16 de febrero de 2011

Irresponsable incompetencia

Quiero  hablaros de la paralización judicial de la ejecución de las obras del tranvía en la Calle Padre Isla, después de iniciadas por decisión del equipo de gobierno, indudablemente liderado en este asunto por su concejal de urbanismo. La verdad es que la actuación de este señor en este asunto y el lío en que ha metido a su alcalde y a la ciudad van a hacer historia. Se inventó un  proyecto de tranvía en ancho internacional que dejaba sin resolver la integración de FEVE en la ciudad. Lo hizo de espaldas a FEVE y a la ciudad amparándose en sus supuestos conocimientos técnicos y rechazando cualquier razonamiento  de  los que defendíamos que si el tranvía no se hacía con FEVE era mejor no hacerlo. Solo la realidad económica  y empresarial le hizo rectificar. Tras quedar desierto el concurso para la ejecución de su faraónico proyecto y después de dos años perdidos,  decidió replantearse toda la operación, aprovechando recursos del Estado y colaborando con FEVE para la ejecución de las nuevas líneas de tranvía, la integración de la actual vía férrea en toda la ciudad y la explotación del futuro tranvía. Lo malo es que,  en un alarde de absoluta incompetencia e irresponsabilidad, decidió  empezar la casa por el tejado y empujó al Ayuntamiento a  levantar Padre Isla y a dibujar nuevas plazas y paradas en Santo Domingo. Ahora vemos que su actuación había incurrido en “vía de hecho” es decir, se había realizado con omisión de trámites esenciales; sin modificar el Plan de Urbanismo, ni acreditar el respeto al patrimonio y al Medio Ambiente protegidos.  Eso es realmente grave;  terminará provocando la asunción de importantes indemnizaciones a cargo del Ayuntamiento – de nuestros impuestos- a los empresarios y comerciantes de la zona que se van a ver afectados por esta calamidad.
Cuando repasaba toda la historia el otro día, oía a algún concejal deslegitimar al recurrente,  mientras pensaba que lo urgente es que dé la cara quien prefirió empezar las obras con tanta urgencia; porque, queridos amigos, aunque parezca increíble, parece que desde entonces nadie le ha oído decir ni palabra,  que anda “entre  la luna y babia”,  de vacaciones de sus muchos cargos y responsabilidades, preocupado y ocupado en buscar una salida para el entuerto que solo él ha provocado. No sé si la encontrará; pero lo que si puedo aseguraros es que él no pagará los daños.

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