miércoles, 16 de febrero de 2011

Esperanza o pesimismo


No tengo una idea clara sobre qué tema tratar en la columna de esta semana. Debería hablaros quizás de la crisis o de cómo un presidente del gobierno elegido como socialista, se ve forzado a buscar soluciones mediante medidas súper liberales, mientras la oposición supuestamente “liberal” y de “derechas de toda la vida” no echa una mano, aunque el país se hunda.
Podríamos también hablar del tranvía o de cómo UPL y PSOE escenifican una aparente ruptura de su pacto de gobierno en el Ayuntamiento de León, mientras en realidad coordinan perfectamente sus peleas para mantener, ahora y en el futuro, su pacto de poder.
Pensé también dedicar mis dardos a la ruina de la mayor parte de los Ayuntamientos importantes de la provincia o a cómo los responsables de esa bancarrota se van a ir de rositas, sin que nos enteremos quien hizo crecer las plantillas para colocar a sus amigos, primos, novias y amantes; o  en qué se han despilfarrado los chorros de millones que algunos han gestionado a cuenta del ladrillo.
Tuve incluso la tentación de aprovechar este espacio tan generosamente cedido para celebrar con vosotros una buena noticia judicial que he tenido esta semana o para reflexionar sobre cómo algunos, los de siempre, intentan constantemente mediatizar torticeramente a la justicia en su exclusivo beneficio.
Sin embargo, en tiempos  como éstos- que algunos califican no solo  de sinceramente malos, si no de insoportables, porque  son aquellos que siempre soportan los mismos- quiero mantener el optimismo y la esperanza. Leo mucha prensa, casi demasiada; y entre tanta opinión pesimista y quejumbrosa me quedo con la de los grandes pensadores que aún pueden iluminarnos. Me quedo con la idea de que debemos seguir viviendo como si hubiera futuro y eso depende de cada uno de nosotros. Esta crisis nos ha enseñado que el dinero no es un fin, solo un medio; que sólo  tendremos futuro si guardamos en nuestro corazón, como el más valioso de los tesoros, los valores de justicia, libertad y respeto a la tierra que nos ha visto nacer; y que en el mundo no sólo hay políticos  desnortados; también está lleno de gente honrada que trabaja, sufre y resiste, garantizando con su actitud que las  cosas funcionen. En ellos -que somos nosotros- y en que no olvidemos lo aprendido reside nuestra esperanza de futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario